Valdelomar: ¿Cuentos chinos?

«Los Cuentos chinos son una sátira»

Leer un par de cuentos publicados hace más de un siglo y hallar referencias familiares, tan cercanas que parecen haberse escrito de una realidad inmediata.

Leí los Cuentos chinos de Abraham Valdelomar, como una manera de entonar con el sentimiento patrio. Elegí al escritor nacional y ese par de cuentos al azar. No los había leído antes, sin embargo, en Las vísceras del superior y Los chin-fu-tón o sea la historia de los hambrientos desalmados, se encuentra una descripción en clave de la sociedad peruana. Valdelomar escribe una historia desarrollada en China, por tanto, los personajes y toda la topografía representa al país oriental, pero el trasfondo es tan peruano como que en realidad el escritor nos está relatando un verdadero ‘cuento chino’. Para Ricardo Silva-Santisteban, el título sale de aquel uso que hacemos los peruanos del término ‘cuento chino’ para referirnos a lo engañoso.

En ambos cuentos un anciano tío le relata la historia a su sobrino con el fin de que lo “retenga en su privilegiada memoria”. Una alusión de la literatura oral y el tópico de la memoria histórica, porque lo que le cuenta en clave es la narración política de una sociedad decadente, hambrienta de hegemonía y en la que no se escatima nada por asirse del poder. Una sociedad hundida en un lago cenagoso.

Lo que Valdelomar relata figurativamente es parte de los acontecimientos durante el gobierno del presidente Billinghurst del que el escritor fue parte como director del Diario Oficial El Peruano.

Los Cuentos chinos son una sátira, y si bien es cierto, la estructura no calza precisamente en el esquema que conocemos típicamente como cuento, encuentra en la historia de Siké —el Perú si queremos verlo desde ese punto de vista, aunque fácilmente podría representar a cualquier país o ciudad—, una forma de venganza por el derrocamiento de Billinghurst por el presidente Óscar R. Benavides.

Cuentos chinos cuenta una realidad universal, y es por ello que mantiene su vigencia. A pesar de no ser los mejores relatos o los más conocidos tocan nervio, porque una de las tantas pasiones humanas es la angurria por el poder.